Cuarto día del viaje al mundo perdido...
Después de una noche en la que el orejas fué una de las peores pesadillas del resto de ocupantes de la habitación del albergue, nos levantamos, desayunamos e hicimos el primer paseito matinal por Stikkysholum. Dimos un par de vueltas por el pueblo y nos acercamos al faro. Finalizado el paseillo, alimentamos a nuestra machine suzuki swift con gasofa y emprendimos la ruta hacia la casa del gran Erick el rojo (Erickstaddir, creo...).
La verdad es que Erick busco un sitio bastante tranquilito para vivir con su familia. Pues nada, allí dimos una vuelta por la tiendecilla, compramos los tickets para visitar la casa y pescado seco para picotear.
Dentro de la casa, en el salón, había un guía vikingo explicando un poco la historia de la casa y Erick.
Pillamos la historia a medias y cuando el guía nos pidió los tickets, le dijo a Iván con acento vikingo, que si no los tenía le mataría... Salimos con vida de la casa y pudimos acabar de saborear el pescado seco que habíamos comprado (que pestazo echábamos!)



La próxima parada era Reykholar (alias Ricola). Reykholar es un pequeñito pueblecillo de la costa oeste de Islandia. Tiene una piscina, una iglesia, una gasolinera-colmado, un punto de información, un taller, un hostel y 10 casas contadas.
Al llegar al pueblo, nos dirigimos al punto de información para preguntar si había algún sitio cercano para comer. El hombre que nos atendió estaba un poco sordo (según nos dijo él) pero conseguimos entendernos y nos dijo que lo más cercano para comer estaba a 14 km. Cómo alternativa nos propuso comprar comida en la gasolinera. En la gasolinera, compramos 4 cosillas y descartamos alguna que otra cosa caducada. El señor gasolinero no habló nada, por lo que pensamos que debía ser mudo...algo extraño pasaba en dicho pueblo y esto nos hizo pensar que en el hostel, quien nos atendiera sería ciego...si, teneis razón, pensamos demasiado y tenemos mucha imaginación...

Nos instalamos en el hostel, Iván nos preparó unos espaguettis y unos frankfurts geniales. Una vez comidos, según las indicaciones del hombre de información, dimos un paseillo por los alrededores. El paseillo nos llevó hasta una caseta-observaotiro de pájaros.


Allí estuvimos observando los pajarillos en una especie de lago-aiguamoll y el orejas se quedó sobado.
Después de la minisiesta, proseguimos con el paseo hasta llegar a un hervidero natural, es decir, una emanación de agua termal, muy, muy calentita... Más alla de dicha emanación el camino seguía, con lo cual, decidimos seguir y al final, la caminata resultó ser una buena caminata.
Cómo premio final a un duro día, piscina de 40ºC, sauna, cena y a dormir
(continuará...)