Reykjavik día 1

El orejas toma la palabra...

10:15 am, Ivi, Leti y el Orejas se despiertan (bueno, Ivi no ha llegado a dormir demasiado gracias a los ronquidos apneóticos del orejas).
El día ha amanecido nubladillo y chispeoso.
Una duchita matinal y listos par empezar un nuevo día. La primera tarea del día consiste en decidir que hacer (esto se llama travel improvisation). Revisando la guía y los folletos del hostel decidimos ir a ver ballenas, como podríamos haber decidido ir a ver palomas en la plaza Catalunya...
Salimos de Hostel, paramos en el único bar abierto de Reikjavik, el Kaffitar, una versión del starbucks a la islandesa, y desayunamos un poco antes de seguir nuestro camino en busca de ballenas.
Camino del puerto, nos encontramos con una mercadillo, rollo los encantes de glories pero cubierto y Leti se compra un plato hexágonal negro por 30 coronas.
Una vez en el puerto, compramos los tickets para ver ballenas. La excursión consiste en ver ballenas, puffins (híbridos entre pingüinos y gaviotas), pescar y comer un plato de sopa y pescaito. La verdad que era un plan difícil de superar.

Empieza la marcha y después de unos 20-30 minutillos de navegación, salimos a la cubierta y al poco, asoma la primera ballena...INCREIBLE!!! no hay palabras para describir la majestuosidad con la que afloran a la superficie. Vaya bicharracos!!! Nos emocionamos! Ahí va fotico para que os hagais una idea


Después de atosigar un poquillo las ballenas, el barco fué rumbo a ver a los puffins. Son muy graciosos cuando vuelan, bueno, en general, todos ellos son muy curiosos.



Unas fotillos a los pingüinos chunguis y pasamos a uno de los ratillos más cómicos del día. El barco para y nos dan a cada uno una caña de pescar. Caña para arriba, caña para abajo, sedal para aquí, sedal para allá y allí no pica nada. Leti tiene 3 picadas pero sin éxito. Mientras, el resto de gente iba sacando peces y peces... El patrón del barco nos repitió varias veces que no se podía creer que nos pescasemos nada. Llegó un momento que desistieron y os indicaron que recogieramos las cañas. Recogemos el sedal y cual fué la sorpresa de Leti, que había picado un pez en su anzuelo que por el aspecto blanquecino y la falta de un ojo hacia pensar que llevaba bastante rato atrapado y muerto (o que habíamos descubierto una nueva especie de pescao, el pez zombi). Al estar tan emocionados, olvidamos hacerle una foto a tan preciada presa.
Después del éxito, el barco volvió a puerto. Una vez allí, en el barco Restaurante nos sirvieron crema de champiñones, pescado cocinado con verduritas y agüita.

Visitar la Iglesia
Visitar el monumento al barco vikingo
Cena en Indokina
Paseo por el lago
Cervecilla
A dormir...

(nota trinxosa: como se enrrolla el jodido orejas...)